DR-CAFTA, manufactura y ley 392-07


Por FAUSTO ARAUJO
EL AUTOR es ingeniero. Reside en Santo Domingo.
Las autoridades dominicanas y el sector privado se aprestan a poner en vigencia la Estrategia del DR-CAFTA 2015 y tomar una serie de medidasnecesarias y obligatorias a los fines de sortear con éxitos los retos y desafíos y sacar el máximo provecho de las oportunidades que le vendrían a la República Dominicana el próximo año, a propósito de la entrada en vigencia del capítulo correspondiente a la industria y agroindustria.
Ese capítulo consigna que el 97% de los productos contemplados en el acuerdo entrarán al territorio nacional libres de aranceles y que los artículos similares manufacturados o procesados en el ámbito local también penetrarán a Estados Unidos y Centroamérica sin pagar impuestos.
En efecto, ante los retos del DR-CAFTA para el próximo año –hoy más que nunca- debemos fortalecer y consolidar las leyes de incentivos al sector manufacturero nacional y, sobre todo, la extensión de los estímulos contemplados a favor de la industria local en la Ley 392-07 sobre Competitividad e Innovación Industrial, del 4 de diciembre de 2007, en especial la aprobación (mediante ley en el Congreso) de una prorroga en la aplicación del artículo 50, que trata sobre modernización industrial y reinversión de utilidades.
Los estímulos, quizás no incentivos realmente, que a través de varias iniciativas legales se otorgan a empresas nacionales, tales como las leyes 8-90 de Zonas Francas, 392-07 de Competitividad e Innovación Industrial y 28-01 de Desarrollo Fronterizo, entre otras, lo que procuran realmente es garantizar la sobrevivencia, permanencia, competitividad y niveles de ventas locales e internacionales de esos negocios.
Los llamados incentivos y exenciones fiscales que reciben más de 963 empresas de manufactura local y de zonas francas y otro grupo que operan al amparo de la Ley 28-01, persiguen la equidad, en cuanto a costos de producción, presión tributaria y precio de la energía eléctrica, de nuestras industrias con las que desarrollan sus actividades productivas en Centroamérica y el resto de América Latina.
Para nadie es un secreto que el costo de la energía eléctrica y del transporte terrestre y marítimo que pagan las industrias de los países signatarios del DR-ACFTA (Acuerdo de Libre Comercio de República Dominicana con Estados Unidos y Centro América) es mucho más barato que el que pagan las empresas en el país. Que en la mayoría de esas naciones hay una menor presión tributaria, más incentivos a la producción, y muchos más negocios Certificados bajo las Normas ISO que en el nuestro.
No se debe obviar, y mucho menos olvidar, que el Plan Nacional de Competitividad Sistémica (PNCS) 2007, un pacto concebido y consensuado entre los sectores público y privado de la República Dominicana, del cual surgieron las leyes 56-07, 392-07, 488-08 y otras sobre Competencia y la que crea el nuevo Sistema Dominicano de Calidad (SIDOCAL), precisamente lo que busca es dotar la industria dominicana de mecanismos, estímulos y exenciones para que realmente puedan equipararse y competir con sus iguales de la Región.
Lo mismo persigue la Estrategia Nacional de Desarrollo (END).
En efecto, los llamados incentivos y exenciones no son regalos ni nada parecido, sino una necesidad nacional para que nuestras empresas puedan permanecer abiertas y competir.
De todos es sabido, además, que el sector industrial, especialmente la manufactura local y la de zonas francas, juegan un papel preponderante y de primer orden a favor del desarrollo, el crecimiento económico sostenible, la estabilidad, la competitividad,  la paz social y el bienestar en la República Dominicana.
Los aportes del sector industrial dominicano a la economía local son extraordinarios. El mismo ocupa un sólido segundo lugar como mayor generador de empleos, riqueza y contribución en las recaudaciones impositivas nacionales.
El sector industrial dominicano contribuye con un 25.8 por ciento al Producto Interno Bruto (PIB), aporta el 34.1 por ciento de los ingresos fiscales, genera el 20.2 por ciento de los empleos decentes, permanentes, formales y de calidad; reporta ventas por el orden de un 28 por ciento y representa el 65 por ciento de las exportaciones.
De igual manera, la manufactura local dominicana es –después del sector servicios- la que más aporta a la Tesorería de la Seguridad Social (TSS).
En la República Dominicana –según análisis del Banco Central y las direcciones generales de Aduanas (DGA) y de Impuestos Internos (DGII)- se han identificado unas 13, 987 industrias manufactureras, que generan 301 mil 952empleos directos. De ellas 514 son Grandes Empresas, 738 son Medianas Empresas, 3,914 son Pequeñas Empresas y 8,669 Micro Empresas.
De igual manera, unas 587 empresas se encuentran registradas bajo la Ley 8-90 de Zonas Francas, aportan 130 mil empleos directos y 390 mil indirectos, al tiempo que generan ingresos por el orden de los US$4, 880 millones al año.
Mientras que alrededor de 376 de las industrias de manufactura local están calificadas y registradas bajo la Ley 392-07 de ProIndustria y generan unos 87 mil empleos directos. En conjunto, el sector industrial (zonas francas, manufactura local, construcción y minería) aportan unos 430 mil empleos directos y tienen un impacto social en más de 2 millones 250 mil dominicanos y dominicanas.
De las empresas calificadas por ProIndustria, el 22% son Grandes Industrias, 27% son Medianas, 31 Pequeñas y un 12% son Micro Industrias.
El país requiere y demanda del fortalecimiento, la innovación, la modernización y la unión de su aparato productivo nacional, de la consolidación de las leyes incentivos y la extensión de los estímulos contemplados en la Ley de ProIndustria.

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