La muerte de Ivon Haza enlutece el arte y la cultura dominicana

Ivon fue en el arte clásico lo que fueron Casandra Damirón ,Joseito Mateo o Jhonny Ventura en el arte popular. Por Emmanuel Solano
Ivon Haza del Castillo ,cuyo nombre de pila era Sara María Ivonne Haza del Castillo, fue una soprano dominicana, reconocida nacional e internacionalmente por sus interpretaciones y por su calidad. Ivonne Haza nació el 25 de diciembre de 1938, en el batey del Ingenio Angelina, en la provincia de San Pedro de Macorís; sus padres eran Luis Felipe Haza González, un inmigrante cubano oriundo de Matanzas, y Rita Indiana del Castillo y Rodríguez-Objío.​ El 13 de marzo de 1958, Ivonne Haza, sube por pri­mera vez a escenario co­mo cantante profesional (soprano), en el auditorio del Instituto de Señoritas Salomé Ureña, interpretan­do las Arias del Mesías de Georg Friedrich Händel, a cargo de Manuel Marino Miniño, lo que la catapultó al estrellato de la denominada música culta y en algunos de nuestros campos le dicen la música de los ricos. Recuerdo que cuando era niño mi hermano Alejandro Solano siempre colocaba ese tipo de música en su vehículo y en su hogar motivando a que los que de abajo teníamos derecho a escuchar y a disfrutar una buena música sin desmedro de la popular. Ivon Haza desde que se inició fue denominada la rei­na de los escenarios de la ópera por lo que será recordada por su gran legado a la cultura dominicana, a la que puso su sello vo­cal para ganarse el título de “la dama de la música clási­ca por siempre”. También la llamaban la “Diva domini­cana”. Fue oriunda de San Pedro de Macorís, tierra de caña y azúcar, ella endulzó a millo­nes de personas que escu­charon su bello canto en su patria o en el extranjero. Su voz esta grabada sobre his­tóricas partituras de ópe­ras italianas, zarzuelas, réquiems, cantatas, orato­rios, misas, canciones fran­cesas, españolas, italianas, alemanas, portuguesas, ru­sas, latinoamericanas y, so­bre todo, canciones de arte dominicanas. Por muchos años la Orquesta Sinfóni­ca Nacional fue el soporte de su pasión vocal, bajo di­rectores históricos domini­canos como Manuel Simó, Carlos Piantini, Julio De Windt, Rafael Villanueva, José Manuel Sena Segurael Marino Miniño, Jo­sé Del Monte y José Manuel Joa Castillo. La critica de arte era categórica al señalar que todos los repertorios clá­sicos encajaron en su prodi­giosa voz, desde “La novena sinfonía” de Beethoven has­ta el “Sherezade” de Ravel. Sus aportes quedan só­lidos como difusora de la música culta y como profe­sora de decenas de cantan­tes que aprendieron a usar técnicas gracias a ella. La escuela dominicana, las casas de la cultura ,los gestores culturales deberían promover la música clásica, presentar sopranos , barítonos y tenores ,para que las presentes y futuras generaciones puedan disfrutar de la buena música y tener mayor crecimiento espiritual.

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