Por Manuel VĆ³lquez
Por idiosincrasia, asumimos comportamientos que exceden los lĆmites de la indisciplina y las normas educativas. AdemĆ”s, somos adictos al desorden, al irrespeto a las leyes, el caos, a la irresponsabilidad, la impuntualidad y muy dados a mentir y a presumir de lo que no somos ni tenemos.
¿QuĆ© es idiosincrasia? Es una caracterĆstica de comportamiento, manera de pensar,sentir, actuar, rasgos y carĆ”cter propios o culturales, distintivos y peculiares de un individuo o un grupo. En resumen, es el temperamento particular de una persona.
No somos capaces de llevar una conversaciĆ³n sin que interrumpamos a cada instante a las personas con las que hablamos. No sabemos escuchar y nos gusta opinar de todo, sin conocimiento de causa. TambiĆ©n, insultamos o le faltamos el respeto al oponente en medio del debate.
Siempre queremos imponer nuestra verdad, aunque no tengamos argumentos sĆ³lidos para ripostar al interlocutor que participa en la conversaciĆ³n. Ese fenĆ³meno suele darse en las entrevistas de radio y televisiĆ³n cuando el entrevistador no le permite al entrevistado terminar las ideas.
En un diĆ”logo fuera de ese escenario, actuamos con un impulso emocional desmedido y alzamos la voz para atemorizar, al contrario, sobre todo cuando llevamos la de perder en la discusiĆ³n.
Prevalece siempre aquella famosa frase que en mi adolescencia la escuchĆ©, en varias ocasiones, de la voz de un profesor de secundaria: “La mitad del pleito se gana con aguajes”.
Esa expresiĆ³n la pude comprobar con un fallecido amigo que se caracterizaba por alzar la voz y mirar fijamente a los ojos a la persona que se enfrascaba con Ć©l en una discusiĆ³n, la cual terminada obteniendo puntos a su favor de aquellos que eran testigos del diĆ”logo.
Por igual, las normas de cortesĆa no son parte del comportamiento para una gran gama de nuestra gente. No saludamos ni cedemos el paso cuando conducimos un vehĆculo,
tampoco cuando llegamos a un lugar.
Tengo como vecino a un seƱor que nunca saluda. Sin embargo, este tiene un niƱo de cinco aƱos que cada vez que me ve, me dice: “Hola, ¿cĆ³mo estĆ”s, ¿cuĆ”l es su nombre?”
Lo hace con frecuencia. En realidad, habla como un perico, pero con mucha coherencia. Me simpatiza, es muy inteligente, educado y gracioso.
Otra muestra de indisciplina la vemos a diario con ciudadanos que se dedican a lanzar bolsas de basuras en las avenidas, tĆŗneles y otros lugares de circulaciĆ³n vial del paĆs.
Por ejemplo, en la capital, las avenidas EcolĆ³gica (inaugurada recientemente por pasado gobierno), la HĆpica, Las AmĆ©ricas, EspaƱa, autopista San Isidro, entre otras, son utilizadas por ciudadanos desaprensivos para depositar desechos sĆ³lidos. En la HĆpica, el lugar preferido para lanzar desechos sĆ³lidos son las isletas.
Incluso, en el tramo nuevo de la EcolĆ³gica ya los llamados “padres de familia” tienen instalados sitios para vender vĆveres y fruteras. Al terminar el dĆa, dejan bolsas de basuras. Los camiones recolectores no pasan por ahĆ.
Son invasores compulsivos de los espacios pĆŗblicos, que todo lo arrabalizan y nadie los amonesta.
Lo mismo hacen en el tĆŗnel de Las AmĆ©ricas, prĆ³ximo al puente Juan Bosch, y en el elevado de la avenida 27 de febrero, donde con frecuencia aparecen bolsas con desperdicios.
En los supermercados dejamos abandonados los carritos de compras en los parqueos, pese a que existe un lugar donde retornarlos.Siempre pretendemos que el Estado dominicano nos resuelva todos nuestros problemas, sin sacrificarnos, por mƔs sencillo que sean, y ademƔs somos dados a cometer acciones
fraudulentas con los servicios bƔsicos, como luz elƩctrica y agua.
Son conductas aprendidas que arrastramos desde el nacimiento y que no hacemos el esfuerzo por superalas. Son comportamientos codificados al amparo de un sistema democrƔtico mal interpretado y que se han convertido ya en una cultura.
Es una aptitud negativa, un problema coyuntural de educaciĆ³n, que lo llevamos en la sangre. Y, es muy lamentable admitirlo, se trata de un retroceso como naciĆ³n. ¡QuĆ© lĆ”stima!
No obstante, esa idiosincrasia tiene cosas positivas, como lo es el temperamento alegre y hospitalario que nos caracteriza, en especial con el trato dispensado a los extranjeros.
AdemĆ”s, se nos conoce por el coraje que mostramos cuando llega el momento de defender la identidad dominicana, la soberanĆa nacional y los
sentimientos de patriotismo, de lealtad y sacrificio o se presenta un atentado contra la Patria de parte de potencias extranjeras.
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