Consejo de Quijote a Sancho antes de ser gobernador de la ínsula (visto de una perspectiva Cambitera y de RD)

Por Emmanuel Solano

En los últimos años hemos visto el deseo de asumir posiciones públicas de personas muy intencionadas, con mucho liderazgo,ascienden a dirigir las alcaldías y los gobiernos nacionales , unos salen por la puerta ancha y otros salen desacreditado,con procesos judiciales abiertos , y sobre todo manchados por la corrupción, con la excepción de alcaldes como David Collado, presidentes como el profesor Juan Bosch,entre otros. 

Muchos de los que el pasado 24 de abril asumieron la dirección  de

los gobiernos municipales y a los que le corresponderá conducir los destinos del país que deseen ser bien valorados y reconocidos por todas sus demarcaciones y por toda la nación le recomiendo que esta cuarentena aprovechen le de un repaso a las sugerencias que le hizo don Quijote a don Sancho cuando aspiraba a dirigir como gobernador la Ínsula, en la obra más leída después de la Biblia en toda la humanidad : El Quijote de Miguel de Cervantes Saavedra, hace casi 500 años.

En esta obra universal titulada el Quijote, su autor Miguel de Cervantes Saavedra, sentencia una serie de consejos a Sancho Panza, su fiel escudero, antes de que este se dispusiera a gobernar su ínsula y fueron tan atinados y oportunos que aunque fueron escritas en 1605,hace 416 años, la vara vara moral del escritor español sigue tan inalcanzable, no sólo para los líderes de San Cris,la República Dominicana y América Latina de hoy, sino también para los de la mayoría del mundo entero; incluso para el ciudadano común.

Y son por supuesto pertinentes en estos días de reposo y reflexión, pero también a la vez convulsos y azotados por la incertidumbre del coronavirus.

Los consejos  de Cervantes a su fiel escudero sobre el arte de la gobernanza es el siguiente:

Decálogo de Don Quijote a Sancho

“Sancho: hijo, atento a este tu Catón, que quiere aconsejarte, y ser norte y guía que te encamine y saque a seguro puerto de este mar proceloso donde vas a engolfarte; que los oficios y grandes cargos no son otra cosa sino un golfo profundo de confusiones.

1.  “Primeramente, has de temer a Dios; porque en el temerle está la sabiduría, y siendo sabio no podrás errar en nada.

2.  “Lo segundo, has de poner los ojos en quien eres, procurando conocerte a ti mismo, que es el más difícil conocimiento que puede imaginarse. Del conocerte saldrá el no hincharte, como la rana que quiso igualarse con el buey.

3.  “Haz gala, Sancho, de la humildad de tu linaje, y no te desprecies de decir que vienes de labradores, y preciate más de ser humilde virtuoso, que pecador soberbio.  Innumerables son aquéllos que de baja estirpe nacidos han subido a la suma dignidad; y de esta verdad te pudiera traer tantos ejemplos, que te cansaran.

4.  “Mira, Sancho, si tomas por medio a la virtud y te precias de hacer hechos virtuosos, no hay para que tener envidia a príncipes y señores; porque la sangre se hereda, pero la virtud vale por sí sola lo que la sangre no vale.

5.  “Hallen en ti más compasión las lágrimas del pobre, pero no más justicia que las informaciones del rico. Procura descubrir la verdad por entre las promesas y dádivas del rico como por entre los sollozos e importunidades del pobre.

6.  “Si acaso doblares la vara de la justicia, no sea con el peso de la dádiva, sino con el de la misericordia. Cuando te sucediere juzgar algún pleito de algún enemigo tuyo, aparta las mientes de su injuria, y ponlas en la verdad del caso. No te ciegue la pasión propia en la causa ajena; que los yerros que en ella hicieres, las más de las veces serán sin remedio, y si le tuvieren, será a costa de tu crédito y aún de tu hacienda.

7.  “Si alguna mujer hermosa viniere a pedirte justicia, quita los ojos de sus lágrimas y tus oídos de sus gemidos, y considera despacio la sustancia de lo que pide, si no quieres que se anegue tu razón en su llanto y tu bondad en sus suspiros.

8.  “Al que has de castigar con obras, no trates mal con palabras, pues le basta al desdichado la pena del suplicio, sin la añadidura de las malas razones.

9.  “Al culpado que cayere debajo de tu jurisdicción, considérable hombre miserable, sujeto a las condiciones de la depravada naturaleza nuestra, y, en todo cuanto fuere de tu parte, sin hacer agravio a la contraria, muéstrate piadoso y clemente; porque, aunque los tributos de Dios todos son iguales, más resplandece y campea, a nuestro ver, el de la misericordia que el de la justicia.

10. “Si estos preceptos y estas reglas sigues, Sancho, serán luengos tus días, tu fama será eterna, tus premios colmados, tu felicidad indecible; casarás tus hijos como quisieres; títulos tendrán ellos y tus nietos; vivirás en paz y beneplácito de las gentes, y, en los últimos pasos de la vida, te alcanzará el de la muerte en vejez suave y madura, y cerrarán tus ojos las tiernas y delicadas manos de tus terceros netezuelos.

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