Por Domingo Abreu Collado
(En respuesta a un artÃculo aparecido en “Diario Libre”. Se autoriza su reproducción, principalmente en “Diario Libre”)*
Procedente de una supuesta “buena tinta”, el 15 de mayo pasado alguien escribió en el periódico “Diario Libre” un articulejo titulado “Los ecologistas son medio tuertos”, y en éste se aludÃa a las declaraciones del señor PelegrÃn Castillo, ahora Ministro de MinerÃa, en el sentido de que “hay muchas cosas que afectan más el medio ambiente que la explotación del subsuelo dominicano, rico en metales preciosos”. Luego el autor del articulejo pasó a despotricar contra los ambientalistas.
Creo que nadie respondió a PelegrÃn porque más penosas no pudieron ser sus afirmaciones, por lo siguiente. Si nuestro subsuelo fuera rico en metales preciosos hace muchas décadas que se hubieran explotado, como ocurrió y ocurre en Africa. Aquà lo que tenemos son restos muy dispersos de oro (por ejemplo) de baja ley, y que quiere ser extraÃdo porque ya el oro de calidad no existe en otras partes, fue extraÃdo prácticamente todo y convertido en joyas y lingotes. Y el oro que queda en paÃses como Dominicana, HaitÃ, Guatemala, Ecuador, El Salvador, Honduras y otros paÃses, es polvo de oro tan minúsculo y disperso que no es posible verlo ni con lupas, sino al microscopio, pero que recogido en miles de kilómetros cuadrados suma una cantidad apreciable, aunque para ello hay que eliminar toda la vegetación, todos los suelos productivos y la mayorÃa de fuentes de agua de la Cordillera Central, en cuya extensión se encuentra a supuesta “grandÃsima” mina de oro. Y eso, para los ambientalistas, es inaceptable.
El autor escribió que “Los ecologistas se las dan de pontÃfices, y no admiten más verdad que la suya”, citando después supuestas “pifias” en nuestras posiciones contra la cementera que querÃa establecerse en Los Haitises y la defensa de Loma Miranda y BahÃa de las Aguilas, aduciendo además que nosotros no nos enteramos de la depredación de los bosques, la quema de carbón y su contrabando hacia HaitÃ.
Decididamente el tipo de “buena tinta” entra en la perfecta descripción del periodista que alguien acuñó, pero que le oà a Radamés Gómez PepÃn: “periodista es alguien que escribe de todo sin saber de nada”.
Porque, no han sido otros sino los ecologistas y ambientalistas quienes hemos mantenido campañas eternas contra la depredación de los bosques, y precisamente es contra la depredación del bosque de Loma Miranda por lo que se lucha en estos momentos. No han sido otros sino los ecologistas quienes denunciamos la CARBONIZACIÓN DE LA FRONTERA, que ya para el año 2000 era escandalosa y pasó a ser ejemplo de desertificación citada hasta en el documental ecologista de Al Gore, ex vicepresidente de los Estados Unidos.
Los ecologistas dominicanos del siglo pasado, entre ellos el Dr. Canela Lázaro y el Dr. Juan Bautista Pérez Rancier, también se empecinaron en defender nuestros bosques, precisamente en los años 20, cuando la industria maderera arrasaba nuestras cordilleras enarbolando la supuesta necesidad de utilizar nuestros recursos naturales para el desarrollo del paÃs, el crecimiento de nuestras exportaciones, el equilibrio de la balanza de pagos, y otros argumentos que todavÃa están en boga, ahora con el nÃquel, la plata y el oro.
Canela Lázaro y Pérez Rancier elaboraron entre 1926 y 1928 la mensura y delimitación de la primera área protegida en la Cordillera Central con suficientes argumentos sobre la necesidad del agua para la República Dominicana, denominándose dicha área protegida como “Vedado del Yaque”, aludiendo al rÃo Yaque del Norte. Y es la misma área protegida que tuvieron que medir de nuevo en 1948, y que a partir de 1951 pasó a llamarse “Parque Nacional Armando Bermúdez”, homenajeando a un miembro de una de las familias más depredadoras de los bosques y rÃos de este paÃs, causantes directos de la penosa situación del rÃo Yaque del Norte en estos momentos. Porque asà es como son los dominicanos, principalmente aquellos que escriben de todo sin saber de nada.
Y ahora, cuando emulando a Pérez Rancier, a Canela Lázaro, a Eugenio Marcano, a Antonio Thomén, y a otros “medio tuertos”, como nos llama el autor del apócrifo artÃculo, nos dice el tÃo que los ecologistas nos las damos de pontÃfices y que no admitimos más verdad que la nuestra.
¿Y es que hay verdad más verdadera que el hecho de que sin agua morimos? ¿Hay verdad más verdadera que el hecho de que son solamente los bosques los que garantizan la presencia de agua utilizable en todo nuestro territorio? ¿Hay verdad más verdadera que el hecho de que son los suelos productivos los únicos que mantienen la cubierta vegetal? ¿Hay verdad más verdadera que el hecho de que alimentos sólo los produce la tierra, los suelos productivos, porque el hombre no sabe fabricar comida? ¿Hay verdad más verdadera que el hecho de que sin agua y sin comida la humanidad estarÃa condenada a desaparecer?
Si por estas verdades los ecologistas son tuertos, pues más veraces se vuelven en este paÃs de ciegos. Algo que se conoce y es muy bien sabido ya, lo del refrán aquel sobre lo que ocurre en un paÃs de ciegos con la existencia de alguien con un solo ojo.
*Por razones de trabajo no habÃamos dado una respuesta al artÃculo de marras.
DOMINGO ABREU COLLADO
19 de junio, 2014.
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