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Un territorio marcado por un plan infernal ejecutado por cada presidente que es electo con los votos de sus ciudadanos y que luego no hace nada porque si lo hace van a decir que es Trujillista (palabra que es pecado en una sociedad decente), como lo ha confirmado un procurador general de la nación, quien a su vez ignora que su puesto se lo debe a Trujillo.
Desde el rio Nigua hasta la Parroquia solo hay cinco minutos de camino a pies, desde el perdón hasta el pecado en los prostÃbulos solo hay cinco minutos de camino a pies, desde la vida hasta la muerte solo hay un segundo, no importa si a pies, en guagua o en metro.
San Cristóbal, una ciudad de larga calma y paciencia en la espera, reposa como el agua mansa de la Toma, bajo la esperanza de mejores tiempos, el recuerdo de un pasado mejor sigue alimentando los sueños de un futuro que repare todo el daño sufrido, como la madre siempre espera que su hijo cambie de vida, para que un dÃa la policÃa no se lo mate, esta tierra que ha parido tantos hijos, mas hoy no puede distinguir cuales son los que la protegen y cuales los que la depredan con cerdos hambrientos.
La benemérita ciudad forjada al lado del rio Nigua donde la deuda social del Estado ha alcanzado niveles incobrables y donde sus autoridades, como sapos sobre nenúfar, saltan entre un medio y otro para dejar la culpa propia en zapatos ajenos, estos atletas de la desidia y la ignorancia, sumidos por sus vicios, ambiciones y apetencias personales, van de rama en rama con sus primaterias visiones obnubiladas por lambones y prostitutas, que les resaltan como virtudes defectos que harÃan temblar a CalÃgula o Nerón.
Sigue el desvelo bajo el puente sobre el Nigua de ese ejercito de enanos que solo esperan a que Gulliver se descuide, para de una vez y por todas tomar lo que por derecho les corresponde.
“Debajo del puente, en el rÃo hay un mundo de gente, abajo, en el rÃo, en el puente. Y arriba del puente, las ocho con frÃo, lo tuyo es lo tuyo, lo mÃo es lo mÃo, carteles y bolsos,
tirones y olvido, cualquiera te vende, un billete hasta el rÃo”.. Pedro Guerra
tirones y olvido, cualquiera te vende, un billete hasta el rÃo”.. Pedro Guerra
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