Reitero; cuerpos armados de RD son fábricas de asesinos; ahora una basura humana que es segundo teniente mató a un chofer



Por Tito Valenzuela
Periodista y locutor

Quienes pretenden coartar la posición crítica que he asumido contra determinadas actuaciones de agentes de Policía y efectivos Militares de la República Dominicana deben entender que son las acciones ilegales de éstos las que provocan que opine de la manera que lo hago. La vocación de servir a mi Patria, escribiendo con la verdad, es la columna de honor que impide "autocensurarme". Sé que en estos tiempos a pocos periodistas les importa la honradez, lo que vale es el dinero, la jeepeta, la buena vida.
     Los titulares de periódicos indican que a diario un policía o militar agrede o mata una persona. Ejemplo de agresión son las ilegales redadas (secuestros), y la incautación de motocicletas que realiza la Policía en San Cristóbal para obligar a los afectados a entregarles dinero. Esto se constituye en una "estafa". El mayor general Manuel Castro Castillo debe ordenar a Asuntos Internos que realice una investigación que determine si es verdad que la 17 Compañía es un "mercado".
     Los críticos acérrimos de mis escritos, como no ven más allá de sus narices, no se enteraron que este jueves 18 de julio una escoria humana de nombre Eugenio Pérez García que es teniente adscrito a la Autoridad Metropolitana de Transporte (Amet), asesinó de dos disparos al chofer Rafael Feliz en la esquina conformada por las avenidas Prolongación 27 de Febrero con Isabel Aguiar.
     Que alguien me diga si Eugenio Pérez García es menos que basura, un ser indeseable que poco aportó a esta Nación. Conversé con choferes que laboran en esa zona y confirmaron que este miserable había amenazado con asesinar a cualquiera de ellos porque estaba cansado del servicio en esa intercepción.
     Creándolo, el teniente Eugenio Pérez García no se cansó de ese servicio, sino, de su miserable vida. Se cansó de la paupérrima cuota que aportaba al Estado, y quizás, de una vida inmunda y de una sociedad en estado de descomposición moral.
     La rata inmunda de nombre Eugenio Pérez García, subalterno del poco inteligente general Juan Gerónimo Brown Pérez, pronto pagará este asesinato preso en una penitenciaría, donde, de seguro, encontrará decenas de policías y militares acusados de similar delito.
     Lo menos que puede hacer la Amet para socorrer a los doce huérfanos producto de esta cacería humana de los cuerpos armados del país, es asignarle el salario mensual que devengaba, el de seguro, analfabeto asesino, quien al igual que sus compañeros, vestía uniforme verde, cubría la cabeza con sombrero, de igual color, y para desgracia de la sociedad, portaba un arma de fuego. 

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