La alcaldía de Cambita Garabitos discute actualmente la viabilidad de diseñar un plan estratégico de desarrollo municipal.
Ha habido reuniones, seminarios, consultas y encuentros con los representantes de las diversas organizaciones sociales. La parte técnica es coordinada por el CEPAE, CONARE E INFOTEP.
Un plan estratégico construye un porvenir, el porvenir deseado, “el municipio que queremos”, en un tiempo y espacio determinados. Se constituye en el referente fundamental del conjunto de acciones de la colectividad. Filosóficamente nos ayuda a preguntar, cuestionar, dudar, revisar, planificar, redefinir, construir y destruir.
Aunque se define sobre un tiempo inexistente, el futuro, requiere la elaboración de muchas tácticas regidas por el presente y que al final nos darán las pautas para medirnos. En otras palabras: se requiere ver qué estamos haciendo en el presente, por cuáles caminos andamos y cuáles son los desafíos inmediatos.
Todo lo anterior se queda en la teoría, en lo que dicen los manuales organizacionales y los teóricos de la reingeniería social. A nosotros, desde la ciudadanía, nos interesa saber para qué se nos consulta, qué se hará con las consultas y los documentos derivados.
Desde la salida de Balaguer del poder en el año 1996, hablo de 15 años, millones de páginas recogen miles de consultas hechas a la ciudadanía. Se montó una especie de moda tras la salida del autoritarismo balaguerista. Con esas consultas no hemos hecho nada. Al final el poder político y la plutocracia nacional deciden lo que le viene en ganas. El resultado se lee en las cifras y acontecimientos: más corrupción, más pobreza, más indigencia, más ineptitud, más atraso social, menos educación, menor calidad de vida y nivel de inseguridad invivible.
También el municipio se ha querido meter en la moda de las consultas, de la planificación estratégica y otras bondades del nuevo enfoque organizacional. Se le dio fundamento legal mediante la promulgación de la LEY 176-2007. Esta promueve la participación y los diferentes medios de inserción ciudadana en la gobernabilidad municipal.
He presentado este referente conceptual para colocar el plan estratégico de Cambita en una dimensión de análisis que nos permita cuestionarlo en su génesis y en sus posibles resultados. De ahí el título de ¿plan estratégico o estafa colectiva?
El plan se erige sobre una realidad en la administración municipal que nos desconcierta. No veo la voluntad política ni el deseo de construir un futuro distinto. Los referentes desconcertantes son los siguientes:
1. Abolición del concejo municipal. Desde el 8 de diciembre de 2010 no sesiona. En este período de tiempo la administración municipal ha gastado millones de pesos sin la fiscalización del concejo.
Artículo 31 (Ley 176-07). El Gobierno y la Administración Municipal.
El ayuntamiento es el órgano de gobierno del municipio y está constituido por dos órganos de gestión complementarios, uno normativo, reglamentario y de fiscalización que se denominará concejo municipal, y estará integrado por los regidores/as, y un órgano ejecutivo o sindicatura que será ejercido por el síndico/a, los cuales son independientes en el ejercicio de sus respectivas funciones, y estarán interrelacionados en virtud de las atribuciones, competencias y obligaciones que les confiere la Constitución de la República y la presente ley.
2. Autoritarismo de la administración municipal. El autoritarismo determina el quehacer de la vida edilicia. La voluntad única y omnipotente del alcalde guía todas las acciones. Una especie de egolatría mueve y ejecuta todo. Muestras sobran: a) el síndico decidió que el palacio municipal debía tener un nombre, y lo puso. No hubo discusión, no hubo sesión, la clandestinidad sobresalió. Algunos ciudadanos cuestionamos el proceso y se le dio marcha atrás; b) en la compra de bienes y servicios se viola el debido proceso trazado por la Ley de Compra y Contratación de Servicios Públicos; c) como el concejo municipal no delibera, de hecho el presidente de este organismo se ha convertido en otro empleado más del alcalde, el alcalde ha implementado otra modalidad de deliberación: cuando se le ocurre algo, llama por teléfono a los regidores y les informa que hará tal o cual cosa; d) la modalidad establecida se sustenta en el principio de “ejecuto e informo, yo soy el síndico de aquí, el jefe del municipio, las gentes me marcó a mí en la boleta municipal, nadie me quitará ese poder, yo soy yo, SUPREMO MUNÍCIPE”.
3. Desinformación de la ciudadanía. La ciudadanía desconoce la realidad presupuestaria del municipio. No existe un mecanismo de acceso a la información municipal. El concejo edilicio, el conjunto de regidores no sabe a ciencia cierta cómo se gasta el dinero que ingresa, cuáles son los niveles de deuda. Si esa es la realidad de los regidores, el resto de la ciudadanía ignora aún más. Por ejemplo: cuál es el costo de la reconstrucción del palacio municipal, de qué forma se manejan los préstamos del cabildo, cómo se hacen las cubicaciones de las obras, qué ha pasado con la deuda acumulada por la administración pasada, en fin todo lo que es el manejo de fondos públicos no se ha transparentado.
4. Dualidad de competencia. Por un lado la alcaldía se nos presenta cómo democrática, participativa (se reitera hasta la necedad el hecho de que el síndico viene y surge de una organización muy poderosa de los caficultores), respetuosa de la ley y transparente. Pero la realidad es otra. El hecho de minimizar la importancia del concejo municipal, hasta casi su extinción, desdice mucho de la visión que se quiere vender. Cómo es posible que el alcalde someta el órgano de deliberación del municipio a una simple oficina de papeles y banalidades.
Hemos querido reseñar estas cuatro condiciones para mostrar que no es verdad que se quiera montar un plan serio de estrategias y tácticas de desarrollo municipal. Desde ahora hay que evidenciar un interés genuino en transformar la vida municipal, en superar las prácticas clientelares, el nepotismo y la chapucería política. La concejalía de Cambita requiere un verdadero plan estratégico capaz de voltear el pretérito.
No queremos ser usados, manipulados e instrumentalizados. Anhelamos una dirección horizontal sincera, que respete y promueva la participación ciudadana, y que no haga de la participación un documento de propaganda para otros fines no santos.
Si no se muestran pasos firmes, compromisos presentes y espacios de adecuación para la ciudadanía en orden al acceso a la información municipal y a la efectiva rendición de cuentas, el plan estratégico será otra tarea teórica para desperdiciar recursos, y lo más penoso: otra estafa colectiva.
nicolas.acevedosanchez@facebook.com
Un plan estratégico construye un porvenir, el porvenir deseado, “el municipio que queremos”, en un tiempo y espacio determinados. Se constituye en el referente fundamental del conjunto de acciones de la colectividad. Filosóficamente nos ayuda a preguntar, cuestionar, dudar, revisar, planificar, redefinir, construir y destruir.
Aunque se define sobre un tiempo inexistente, el futuro, requiere la elaboración de muchas tácticas regidas por el presente y que al final nos darán las pautas para medirnos. En otras palabras: se requiere ver qué estamos haciendo en el presente, por cuáles caminos andamos y cuáles son los desafíos inmediatos.
Todo lo anterior se queda en la teoría, en lo que dicen los manuales organizacionales y los teóricos de la reingeniería social. A nosotros, desde la ciudadanía, nos interesa saber para qué se nos consulta, qué se hará con las consultas y los documentos derivados.
Desde la salida de Balaguer del poder en el año 1996, hablo de 15 años, millones de páginas recogen miles de consultas hechas a la ciudadanía. Se montó una especie de moda tras la salida del autoritarismo balaguerista. Con esas consultas no hemos hecho nada. Al final el poder político y la plutocracia nacional deciden lo que le viene en ganas. El resultado se lee en las cifras y acontecimientos: más corrupción, más pobreza, más indigencia, más ineptitud, más atraso social, menos educación, menor calidad de vida y nivel de inseguridad invivible.
También el municipio se ha querido meter en la moda de las consultas, de la planificación estratégica y otras bondades del nuevo enfoque organizacional. Se le dio fundamento legal mediante la promulgación de la LEY 176-2007. Esta promueve la participación y los diferentes medios de inserción ciudadana en la gobernabilidad municipal.
He presentado este referente conceptual para colocar el plan estratégico de Cambita en una dimensión de análisis que nos permita cuestionarlo en su génesis y en sus posibles resultados. De ahí el título de ¿plan estratégico o estafa colectiva?
El plan se erige sobre una realidad en la administración municipal que nos desconcierta. No veo la voluntad política ni el deseo de construir un futuro distinto. Los referentes desconcertantes son los siguientes:
1. Abolición del concejo municipal. Desde el 8 de diciembre de 2010 no sesiona. En este período de tiempo la administración municipal ha gastado millones de pesos sin la fiscalización del concejo.
Artículo 31 (Ley 176-07). El Gobierno y la Administración Municipal.
El ayuntamiento es el órgano de gobierno del municipio y está constituido por dos órganos de gestión complementarios, uno normativo, reglamentario y de fiscalización que se denominará concejo municipal, y estará integrado por los regidores/as, y un órgano ejecutivo o sindicatura que será ejercido por el síndico/a, los cuales son independientes en el ejercicio de sus respectivas funciones, y estarán interrelacionados en virtud de las atribuciones, competencias y obligaciones que les confiere la Constitución de la República y la presente ley.
2. Autoritarismo de la administración municipal. El autoritarismo determina el quehacer de la vida edilicia. La voluntad única y omnipotente del alcalde guía todas las acciones. Una especie de egolatría mueve y ejecuta todo. Muestras sobran: a) el síndico decidió que el palacio municipal debía tener un nombre, y lo puso. No hubo discusión, no hubo sesión, la clandestinidad sobresalió. Algunos ciudadanos cuestionamos el proceso y se le dio marcha atrás; b) en la compra de bienes y servicios se viola el debido proceso trazado por la Ley de Compra y Contratación de Servicios Públicos; c) como el concejo municipal no delibera, de hecho el presidente de este organismo se ha convertido en otro empleado más del alcalde, el alcalde ha implementado otra modalidad de deliberación: cuando se le ocurre algo, llama por teléfono a los regidores y les informa que hará tal o cual cosa; d) la modalidad establecida se sustenta en el principio de “ejecuto e informo, yo soy el síndico de aquí, el jefe del municipio, las gentes me marcó a mí en la boleta municipal, nadie me quitará ese poder, yo soy yo, SUPREMO MUNÍCIPE”.
3. Desinformación de la ciudadanía. La ciudadanía desconoce la realidad presupuestaria del municipio. No existe un mecanismo de acceso a la información municipal. El concejo edilicio, el conjunto de regidores no sabe a ciencia cierta cómo se gasta el dinero que ingresa, cuáles son los niveles de deuda. Si esa es la realidad de los regidores, el resto de la ciudadanía ignora aún más. Por ejemplo: cuál es el costo de la reconstrucción del palacio municipal, de qué forma se manejan los préstamos del cabildo, cómo se hacen las cubicaciones de las obras, qué ha pasado con la deuda acumulada por la administración pasada, en fin todo lo que es el manejo de fondos públicos no se ha transparentado.
4. Dualidad de competencia. Por un lado la alcaldía se nos presenta cómo democrática, participativa (se reitera hasta la necedad el hecho de que el síndico viene y surge de una organización muy poderosa de los caficultores), respetuosa de la ley y transparente. Pero la realidad es otra. El hecho de minimizar la importancia del concejo municipal, hasta casi su extinción, desdice mucho de la visión que se quiere vender. Cómo es posible que el alcalde someta el órgano de deliberación del municipio a una simple oficina de papeles y banalidades.
Hemos querido reseñar estas cuatro condiciones para mostrar que no es verdad que se quiera montar un plan serio de estrategias y tácticas de desarrollo municipal. Desde ahora hay que evidenciar un interés genuino en transformar la vida municipal, en superar las prácticas clientelares, el nepotismo y la chapucería política. La concejalía de Cambita requiere un verdadero plan estratégico capaz de voltear el pretérito.
No queremos ser usados, manipulados e instrumentalizados. Anhelamos una dirección horizontal sincera, que respete y promueva la participación ciudadana, y que no haga de la participación un documento de propaganda para otros fines no santos.
Si no se muestran pasos firmes, compromisos presentes y espacios de adecuación para la ciudadanía en orden al acceso a la información municipal y a la efectiva rendición de cuentas, el plan estratégico será otra tarea teórica para desperdiciar recursos, y lo más penoso: otra estafa colectiva.
nicolas.acevedosanchez@facebook.com
1 Comentarios
Nicolas, como siempre un enorme placer leerte y ver que sigues firme en tus ideas de transparencia y equidad al momento de la distribuciòn de los fondos en los cabildos, el caso que señalas no es lamentablemente caso unico, todo lo contrario, parece ser una copia de lo que ocurre en casi toda la geografia Nacional, ojala y un dia pudieramos unirnos y decir ya esta bueno,debemos seguir denunciando y haciendo saber a la poblaciòn que tienen derechos no solo a ser consultados , si no tambien a ser informados.
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