"Te decimos de todo corazón: nuestra casa es tu casa. ¡Vuelve
pronto por aquÃ!"
Carta al Papa: "Gracias por abrazarnos y dejarte
abrazar"
(Alejandra MarÃa Sosa
ElÃzaga, SIAME)
Querido Papa Francisco: Viniste como peregrino, misionero
de misericordia y paz, y aunque tu misión continúa, tu visita ha terminado, y
queremos agradecerte todo lo que nos das.
Gracias por estar tan feliz en nuestro paÃs; por llegar a abrazarnos
y dejarte abrazar.
Gracias, por salirte de la alfombra roja para ir a
saludar a los que nadie suele notar.
Gracias por cada trayecto en que soportaste sonriente el
viento frÃo, saludaste y bendijiste a la gente que aguardaba horas tan sólo
para verte pasar.
Gracias por enseñarnos a orar por los que amamos, los que
nos aman, los que no nos aman y los que nos hacen daño.
Gracias por ofrecer a nuestros dirigentes, la ayuda de la
Iglesia en la difÃcil labor de edificar la civilización del amor.
Gracias por animar a cada pastor a reflejar la ternura
del Señor.
Gracias por venirnos a recordar que a «nadie debemos descartar».
Gracias por ponerte a los pies de nuestra Morenita, para
encomendarnos e invitarnos a mirarla y a dejarnos mirar por Ella, para vencer
nuestros dolores, miedos, desesperaciones y tristezas, y ser sus embajadores.
Gracias por recordar que tenemos la dignidad de ser hijos
amados de Dios, nuestro Padre, cuyo nombre es Misericordia y preside
amoroso nuestra historia.
Gracias por advertirnos y darnos fortaleza para resistir
las tentaciones con las que el diablo, padre de la mentira pretende hacernos
suyos: la riqueza de bienes no compartidos; la vanidad y el orgullo.
Gracias por enseñarnos a no dialogar con el demonio,
porque nos gana, y que sólo la fuerza de la Palabra de Dios lo puede derrotar,
asà que sólo en Dios hemos de confiar.
Gracias por invitarnos a agradecer y mantener vivo en la
memoria el paso de Dios por nuestra historia.
Gracias por pedirnos ‘primerear' toda iniciativa que haga
de nuestra bendita patria, una tierra de oportunidad.
Gracias por la ‘cariñoterapia' que diste a nuestros
niños, y por enseñarles el valor de agradecer, bendecir y ser bendecidos.
Gracias por valorar nuestros pueblos indÃgenas,
denunciar las injusticias que han soportado, y abrirnos los ojos para reconocer
a Jesús en todos nuestros hermanos.
“Gracias por no dejarnos olvidar que cuidar nuestra tierra es nuestra
responsabilidad”.
Gracias por invitarnos a rezar, para que enfermos y
ancianos puedan llevar su pedacito de la cruz de Cristo, con fortaleza y paz.
Gracias, por animarnos a ‘echarle ganas', con la
gracia del EspÃritu Santo, para seguir apostando a la familia, soñar y
construir una vida que tenga sabor a hogar.
Gracias por recordarnos que para defender a la familia, tus
queridos mexicanos contamos con un ‘plus': ¡que somos guadalupanos!
Gracias por enseñarnos a vivir rezando y rezar viviendo,
y ante la injusticia, imitar el ejemplo de Tata Vasco (Vasco de Quiroga ): no caer en la tentación de
la resignación, sino reaccionar con fe y compasión.
Gracias por tu ‘escuchoterapia' con nuestros
jóvenes, y tu humildad de tomar notas para poder dialogar.
Gracias por animarlos a valorarse y a buscar su riqueza «por
dentro, no por fuera», y alentarlos a caminar juntos y soñar juntos, de la mano
de Jesús.
*Gracias por enseñarles que en el arte de
ascender, el triunfo no está en no caer, sino en no permanecer caÃdos*.
Gracias por enviarlos a ser fermento, sal, luz.
Gracias por llevar tu mensaje de misericordia a quienes
han perdido la libertad, por invitarlos a no quedar presos del pasado, sino
abrirse a la esperanza que les da el Resucitado.
Gracias por llamarnos a “no perder la memoria de nuestra
historia”; edificar santuarios en cada familia y comunidad, saber
dialogar en cada encuentro con los demás; “no buscar nunca la utilidad económica por
encima de la persona y su dignidad”, y que cada uno esté dispuesto a
perder algo para que todos podamos ganar.
Gracias por denunciar y consolar los sufrimientos de los
hermanos migrantes.
Gracias por no dejarnos desanimar ante la violencia y
corrupción, «y por hacernos saber que estamos a tiempo de conversión».
Papa Francisco: Ya te vas, y te llevas en el alma lo mejor de
México: la mirada misericordiosa de nuestra Madre Guadalupana, y nuestro amor
sincero, alegre, ruidoso y fiestero. Santo Padre: ¡Gracias por todo! No nos
olvidaremos de rezar por ti, y te decimos de todo corazón: nuestra casa es tu
casa. ¡Vuelve pronto por aquÃ!
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