
José
Rafael Sosa
Alba
es una joya que despreció, desde su concepción, boleterÃa
y gratificaciones simplistas. Es del tipo de filmes que agradeces toda
la vida o de la que sales de la sala a los 20 minutos pidiendo tu dinero.
Destinada
a gente que siente y aprecia, Alba es una joya del cine autoral
latinoamericano, lastimeramente casi inadvertida por el público que asiste a la
XIX Muestra Internacional de Cine. Quienes optan por su atractivo, quedan
fascinados, pero es de esas producciones que no venderán
Siento
un cine intimista que gira en torno a una
de historia mÃnima, con una economÃa de personajes y un guion lineal, de
fácil deducción, destinado más al
estudio y la disección que al facilismo consumista o la procura de marcas el
boleterÃa, Alba se resuelve en un estudio artÃstico tanto de de soledades, acosos, ausencias,
angustias e incomunicación existencial.
Alba
fue desde el inicio y es una apuesta arriesgada, una opción personal con tono
autobiográfico de la directora Ana Cristina Barragán, que se dio el lujo de dar dos años de tratamiento a su
guión, buscar su protagonista de 11 años, entre 600 candidatas para, al final,
complacer sobre todo a la crÃtica y el brillo que le otorgan nueve premios en
prestigiosos festivales.
Alba es un
concierto de cine de excelencia, basado en actuaciones de interiorismo
existencial e inexpresividad al extremo de que en guion no hay más de 300
palabras en total y en una perfección de su universo sonoro que nos hace
escuchar el roce de unos dedos sobre el brazo de una enferma, expresión de un
cuidado técnico que representa un impecable manejo. Es una pelÃcula realizada
con amor al detalle.
Alba
no es un proyecto de masas. Su público
es aquel con capacidad para apreciar sus miradas pausadas, sus silencios
prolongados, sus parlamentos, administrados como agua en el calor del desierto,
espaciadamente pautados, por cuanto se
aleja de las fórmulas pre-establecidas.
Llaman
la atención la organicidad de las actuaciones, la fotografÃa y sobre todo el
diseño de su universo sonoro, con la captura de sonidos que normalmente no
tienen este micro-tratamiento, el uso del silencio como parte de su elocuencia
cinematográfica. Ese es su encanto y su misterio.
Alba es la continuación de una tradición de cine desde el Ecuador,
nación de tradición cinematográfica
marcada, desde sus primeros pasos
del cine moderno, que nos hace ver hacia
1999 cuando Sebastián Cordero estrenó en el Festival de Cine de Venecia "Ratas, Ratones, Rateros" (1999), que dejó un rastro de premios y menciones
en los festivales de Venecia, Toronto, San Sebastián, La Habana, Bogotá
y los Premios Goya. No produce muchas pelÃculas,
La segunda
pelÃcula de Cordero, "Crónicas" (2004), fue
presentada en la sección Una cierta mirada de Cannes, además fue
nominada al "Gran Premio del Jurado" en el Festival de Cine de
Sundance y candidata a Mejor Dirección en los Premios Ariel. Crónicas fue la
selección oficial del Ecuador ante los Oscares.
Alba,
interpretada por Macarena Arias, es
tremendamente bien representada como una abstraÃda niña de 11 años, temerosa del medio social
que le ha tocao y cruzada por la vinculación
con un padre ausente (Igor) planteado en escena por el actor ecuatoriano Pablo Aguirre—, un ser tan extraño como ella,
y al que no ve desde los tres años.
Ficha
Técnica
TÃtulo:
Alba
Pais:
Ecuador
SINOPSIS
Alba tiene once años. Pasa
la mayor parte de su tiempo en silencio y le gustan los animales
diminutos. Una tarde, su madre es internada en el hospital y Alba debe
mudarse con Igor, un padre a quien casi no conoce. Los intentos de
Igor por acercarse a ella, las primeras amigas, el primer beso,
las visitas a la madre en el hospital, son estÃmulos que marcan el
camino de Alba hacia la entrada a la adolescencia y a la aceptación de su
familia.
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