Los casos más más recientes, Eduardo
Leger, periodista petromacorisano, Carmen Suárez, editora gráfica del portal Acento.com.do y el
redactor congresional Arístides Reyes, de la plantilla de El Nacional.
José Rafael Sosa
El año que termina fue tiempo para la despedida
de la vida de treinta y tres comunicadores, la mayor parte victimas de
enfermedades crónicas,- sobre todo cáncer-, males crónicos consecuencia del envejecimiento, infartos al corazón y
accidentes cerebro vasculares (ACV).
Olivo de León, al intervenir en el sepelio del
periodista Arístides Reyes, en el Cementerio Cristo Redentor, sostuvo que se
evidencia la necesidad de un mejor sistema de seguridad social para las y los
comunicadores.
Hablando ante parientes destrozados por el
dolor de la partida de Reyes, De León, lamentó tantos fallecimientos de comunicadores
e indicó que una parte de estos, murió a destiempo por falta de un adecuado
sistema de seguridad social.
Entre los casos más casos más recientes,
citó las muertes de Eduardo Leger,
periodista envejeciente afectado por la enfermedad de Alzhaimer, la foto-periodista Carmen Suárez, editora
gráfica del portal Acento.com.do y el redactor congresionalArístides Reyes, de
la plantilla de El Nacional.
Durante el velatorio, el personal de este
vespertino, encabezado por sus ejecutivos, el director Bolívar Díaz Gómez, José Antonio
Torres (sub-director) y Héctor Minaya (jefe de redacción).
El panegírico fue leído por Torres, y dice:
Panegírico
a Arístides Reyes
A
veces hay amaneceres en los que no encontramos la luz, pero en ese diario
caminar, muy de tarde en tarde, nos juntamos con personas a las que con sólo
mirarlas a los ojos sabemos que son especiales.
Muy
a pesar de la inversión de valores que permea nuestra sociedad, nos encontramos
con hombres, que como Arístides Reyes fueron hechos con temples para la
solidaridad.
Jocoso,
jovial, alegre y con expresiones cargadas de humor compartía cada día entre
nosotros sus responsabilidades en la redacción de El Nacional.
En
su rostro jamás hubo expresiones de odio o rencor, ni de sus labios brotaron
palabras hirientes contra ninguno de sus compañeros.
Arístides,
salido de un hogar humilde, fraguó desde muy joven una vida de ejemplos y
comenzó a caminar sostenido sobre la nada, sólo con el soporte moral que le
imponía la formación de su hogar.
Quizás,
describir su vida sirva de ejemplo para sus más cercanos, y un poco para
entender el valor del sacrificio personal y sobre todo, saber que se puede
crecer, madurar y progresar sin abandonar los principios, los nobles ideales y
las altas misiones que hoy se vuelven en una vida de fluir constante.
Por
eso, tus compañeros de trabajo te recordaremos siempre en el bullicio de tu
cubículo de la redacción de El Nacional, como el amigo de espíritu noble, de
corazón abierto y alma sensible y franca.
Esas
son las enseñanzas que nunca van a morir, aunque nos deje sin tu presencia
física, aunque la barca de la muerte borre tu figura, aún nos queda el recuerdo
y el ejemplo, mientras duerme en el regazo de la aurora celestial.
Estamos
aquí para despedir a un hombre integro, a un enamorado de la vida, a un
combatiente por la verdad.
Arístides,
aquí estamos tus amigos, familiares, compañeros de trabajo. Aquí venimos a
acompañar al caballero que nunca tuvo cansancio, al ciudadano sencillo con
fortaleza de roble.
Aquí
estamos, en esta muerte que nos aturde a todos, en este último adiós.
Descanse
en paz, colega”.
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