Por: Alfredo Cruz Polanco
(alfredocruzpolanco@gmail.com).
“Educad
al niño y no será necesario castigar al hombre”:Pitágoras
Los que somos de la generación delos 50s, la del “Yesterday”, como expresa Ana Belén en
una de sus canciones, tuvimos la dicha y
el privilegio de poder contar con los mejores profesoresde la época y con una
educación integral, aún en la zona más
apartada del paÃs.
Además de las asignaturas básicas, como la Lengua Española, las
ciencias matemáticas, naturales y las sociales, se nos enseñaba “Moral y CÃvica”, que hoy nos ha
resultado verdaderamente básicaen la
vida.
Hasta al final de la década de los 70s, los profesores de la
educación pública y privada, se entregaban por completo a sus obligaciones;eran
personas totalmente Ãntegras, pues se esmerabanen enseñarnoslos más sanos
valores morales, familiares, patrióticos y espiritualesque hoy brillan por su
ausencia.
Nos enseñaban a cantar, ademásdel himno nacional, los que rinden homenaje a la bandera, a los Padres de la
Patria, a la escuela, a las Madres, a la Verdad y al regocijo escolar. También
nos enseñaban el cuidado del medio ambiente y de los recursos naturales; los
derechos y deberes del ciudadano. Esto es sumamente importante, pues en los momentos
actuales,sólo exigimos los primeros pero no queremos cumplir con los segundos.
Nos enseñaban, además, cómo comportarnos en sociedad, el respeto a
las personas mayores, a nuestros padres, a las autoridades; las reglas de
urbanismo, los buenos hábitos de la conducta humana: la pulcritud, la decencia,
la humildad, la vocación al servicio, la honestidad, la responsabilidad; a
cuidar y preservar los bienes y recursos
del Estado; a defender nuestra soberanÃa, nuestro idioma; las reglas de
cortesÃas, la higiene personal, el ornato, el respeto a los valores y sÃmbolos patrios,
impregnándonossiempre,de que al Estado se va a servir, no a servirse y de que las cosas se adquieren
a base del trabajo tesonero.En fin, cómo ser un ciudadano correcto.
Recuerdo que cuando se tocaba y cantaba el Himno Nacional o se izaba
la bandera, todos nos detenÃamos en señal de reverencia a la patria.El premio que
se nos otorgaba porel buen comportamiento exhibido y por las buenas calificaciones
obtenidas era la escogencia para izar la bandera y para cantar el himno
nacionalal inicio de las clases, cosas que también han desaparecido.En esos
años la educación pública era de primera calidad, no existÃa diferencia entreésta y la privada; muchas veces un estudiante egresado de una escuela pública salÃa más y mejor
formado que uno de un colegio privado. Claro, no bastaba con la formación que
se recibiera en la escuela o colegio, se requerÃa además, de la educación y de
la formación recibida en el hogar.
Nacà y me desarrollé en un
campo de Santiago de Los Caballerosyrealicémis estudiosprimarios, intermedios y
secundariosen escuelas públicas. A nivel profesional, en todas las posiciones
que heocupado, tanto públicas como privadas,siempre he tratado de actuar
correctamente,aferrado a la formación de la Moral y de los principios que me inculcaron
mis padres y abuelos durante mi niñez y juventud.
Desde que fue excluida la
asignatura Moral y CÃvica de las escuelas públicas y de los colegios privados,se
ha incrementado la inversión de los valores en nuestro paÃs, lo cual puede
comprobarsepor los niveles de inseguridad;porlos actos de corrupción pública y
privada; por la violencia intrafamiliar, por la faltade Transparencia y de Rendición de Cuentasde los funcionarios públicos;por
la doble moral prevaleciente, el irrespeto a las leyes, a los valores y sÃmbolos
patrios; por la paternidad irresponsable; por el incremento del narcotráfico, el
lavado y el sicariato;por el afán desmedido y desenfrenado de acumular fortunas
y de enriquecimiento ilÃcito; porel saqueo de nuestros rÃos, arroyos y a la
deforestación despiadada de nuestros bosques; por el mensaje negativo que se le
envÃa a nuestros jóvenes cuando se ponen en libertad a personas involucradas en
hechos delictivospor “Jueces Interinos”;por el irrespeto a nuestras
autoridades,a nuestras sanas tradiciones y costumbres; por el dispendioy
malversación con que se manejan los recursos y los bienes del Estado
dominicano, etc.
El
autor es Miembro de la Cámara de Cuentas
de la República
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