Funestos efectos de las enfermedades profesionales


Manuel Volquez

Un estudio realizado por el Instituto Nacional de Bienestar Magistral (INABIMA) refleja la terrible situación que padece el magisterio nacional.

Según esa investigación, el 36.7 por ciento de los profesores dominicanos han tenido que dejar las aulas por “desórdenes mentales”, el 21.7% por enfermedades del aparato locomotor (discapacidad) y el 12.6% por padecimientos del sistema cardiovascular (hipertensión).

El estudio titulado “Enfermedades y fallecimiento de los docentes”, establece  que las causas principales de muerte en los últimos años se debieron a afecciones cardiovasculares y cerebrovascular, constituyendo el 30.6 por ciento.

También reporta que el 19.4% falleció por cáncer, el 13.8% por problemas respiratorios, el 9.2% murió a consecuencia de padecimientos genitourinario y el 8.2% por accidentes de tránsito. Son cifras escalofriantes que mueven a preocupación.

El informe detalló que el estrés, la ansiedad y la depresión ocupan los primeros lugares en la lista de enfermedades que causan baja laboral entre los docentes.

Resalta que en los últimos años alrededor del 14 mil docentes se han pensionado y jubilado, lo que constituyen un 52% de la población magisterial, donde la mayoría de los afectados provienen del Gran Santo Domingo y del Cibao, principalmente de San Francisco, La Vega y Santiago.

Como se puede apreciar, se trata de un diagnostico severo que debe ser analizado por la clase gobernante y buscarle soluciones inmediatas. Para eso hay que borrar de plano las retaliaciones políticas y dar un giro de cuajo a los objetivos que persiguen los dirigentes de la Asociación Dominicana de Profesores (ADP).

Infortunadamente,  la política ha destruido a ese gremio. En los últimos años, los partidos políticos se han adueñado de esa entidad al extremo de que ya la población no hace caso a las tantas huelgas reivindicativas que declaran al gobierno, con pocos resultados.

La situación de los maestros es crítica y no es solo el caso de esos profesionales que laboran en las escuelas públicas. Las universidades también tienen maestros mal pagados, pese a la calidad profesional que ostentan en base a grandes sacrificios para capacitarse en costosas maestrías y diplomados.

Estos ciudadanos están atrapados en las garras de las llamadas “enfermedades profesionales” (diabetes, hipertensión arterial, crisis renal, cáncer de páncreas, cáncer de colon y derrames cerebrales) provocadas principalmente por el estrés inducido de la fuerte crisis económica que padecen y la mala alimentación. En esas condiciones, es difícil sobrevivir.

Los periodistas, abogados y otros profesionales no escapan a ese fenómeno. Mientras existan condiciones laborales como las de ahora, no es posible llegar a 60 años. Eso debe entenderlo la clase gobernante.


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