Comunicador
y escritor, hermano del periodista asesinado Marcelino Vega, durante la ofrenda
floral depositada en el Cementerio Público de Hato Mayor, al conmemorarse 32
años del vil asesinato de éste.
Buenos dÃas,
gracias por su presencia:
Avanzaban los años ochenta. Hato
Mayor enarbolaba por todo lo alto su bandera y orgullo de ser considerado la
meca del baloncesto nacional. Tanto asÃ, que para aquellos se la selección
hatera se enfrentaba nada mas y nada menos que al equipo de Puerto Rico.
En ese partido nos tocó manejar el cronómetro
de la mesa técnica. Y el equipo de basquetbol de Hato Mayor de esa época jugaba
con tanto ahÃnco que hasta yo, emocionado, viéndolo superar a Puerto Rico,
aplaudÃa sus jugadas.

Con esa
misma conducta de imparcialidad que me corrigió a mi desde pequeño, pues
entendÃa yo debÃa manejarme siendo cronometrista para ambos equipos, no para
uno en particular, asumió Marcelino Vega el resto de su breve, pero impoluta,
trayectoria periodÃstica. EjercÃa el periodismo como un sacerdocio.
Y contrario a lo que
piensan los desgraciados, hay seres humanos que por su trayectoria de vida
cuando son eliminados fÃsicamente su figura crece más y germina hasta ser
imperecedera.
Asà lo sentencia la
santa Biblia en San Marcos, 41:4:26 y 41-429: “… cuando un hombre echa semilla
en la tierra él duerme de noche y se levanta de dÃa, y la semilla brota y crece
sin que él sepa cómo. Es que después de todo, como decÃa Benedetti, la muerte
es sólo un sÃntoma de que hubo vida.
Los que
creyeron que con la eliminación fÃsica de Marcelino enterrarÃan su conducta
ejemplar se equivocaron, pues todavÃa hoy, a más de tres décadas del hecho, su
memoria, su valor, su disciplina, su honestidad ejemplarizadora, sigue siendo
indoblegable por los tiempos.
A pesar de
que le arrebataron la vida en la flor de su juventud aquel fatÃdico 7 de abril
de 1981, a
primeras horas de la mañana, la figura de Marcelino Vega ha continuado su
ascenso como paradigma y modelo ejemplar de la libre expresión del pensamiento
y de un ejercicio periodÃstico que sacudÃa la cimiente de los mas poderosos.
Siempre al lado de las mas nobles causas, de los mas desposeÃdos.
Es que las
ideas escogen en el momento histórico a los hombres que puedan ser sus más
adecuados instrumentos. Es una ley de dinámica social, expresa Benjamin Palacio
Uribe.
A treinta
y dos años de su partida, lejos del olvido, la figura de Marcelino Vega ha ido consolidándose
en el parnaso de la historia del periodismo nacional, como germinadora del
derecho a expresarnos libremente, tanto asà que hoy dÃa podemos decir lo que
nos de la gana y poco o nada pasa. Eso se lo debemos los comunicadores, entre
otros, a la caÃda en pleno ejercicio profesional, de Marcelino.
Vivimos la
era de la información, pero también la edad de la difamación y los rumores y al
filo de estos dos acontecimientos la figura de Marcelino, defiende con coraje la
objetividad en el amplio discurrir de la historia.
Treinta y
dos años no, miles de años no serán suficientes para sanar las heridas
provocadas por la partida de Marcelino, pero tampoco serán escudo para seguir
pregonando con orgullo que su partida no fue en vano. Que seguiremos
defendiendo sus ideales y su vida ejemplarizadora por los siglos de los siglos.
Muestra vÃvida
de lo que afirmamos es que mi querido hermano Marcelino, nosotros, tus
descendientes somos considerados y respetados ya como una familia de
comunicadores probos, valientes y honrados.
Marcelino,
aquà estoy yo, aquà esta Julio César, aquà está El Hombre Noticia del Este, tu
sobrino Odalis Vega, Manuel Antonio Vega, AgustÃn Vega y otros, pues la semilla
que sembraste ha seguido dando sus frutos, aportando, sirviendo de pedestal, de
micrófono y medio de los más necesitados, de las mayorÃas, como nos lo
enseñaste. Como los descendientes del coronel Aureliano BuendÃa, en Macondo.
Lejos de
llorar y estar tristes como lo hemos hecho todos estos años, hoy Marcelino, en
tu dÃa, que para nosotros esta compuesto por los 365 del año, venimos aquà a reiterarte
con orgullo que tu partida, a pesar de lo sangrienta, desdichada y dolorosa, no
fue, no es, ni será nunca en vano.
Tu muerte
adquiere mayor dimensión en la medida que nos hace reflexionar sobre el valor
de la vida digna, honesta y ejemplar.
¡Marcelino
Vega vive en el rostro demacrado de los más humildes y esforzados trabajadores!
¡Marcelino
Vega vive en la memoria de los más necesitados!
¡Marcelino
Vega vive en el sentido del derecho a la libre expresión y difusión de nuestros
ideales y pensamientos!
¡Marcelino
Vega vive en el corazón y la sangre de la
justicia social y de las demandas más necesitadas por las grandes
mayorÃas!
¡Marcelino
Vega vive en la memoria de los que anhelamos una sociedad más justa y
equitativa para todos!
¡Marcelino Vega vive, coño!
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