José Rafael Sosa
El musical Quiero un cuento,
trasciende las expectativas de un musical más que se monta como parte del
incremento de producciones de este tipo, por las caracterÃsticas y objetivos que persigue, parte de una
estrategia que involucra más que lo establecido para una cartelera artÃstica.
Para este caso,el espectador y el crÃtico, están frente a toda un proyecto que
excede las buenas intenciones y el deseo de dar un papelito a una niñez
normalmente marginada. No hay tal. Hay arte. Y hay arte consistente y llamado a
trascender.
Predominantemente dominado su
argumento por los valores familiares y personales, Quiero un cuento tiene el
valor de ser arte escénico bien logrado, responsabilidad que se debe atribuir a
la educadora MarÃa E. Haché (creadora de la Fundación Yo también puedo) y Wendy
Quéliz (dirección artÃstica y teatral), que pusieron el empeño en el proyecto y
trabajaron, junto a un cuerpo de directores sectoriales y el elenco, para
entregar este resultado, el mismo que cosechó extendidos y emocionados aplausos
en su función de gala, este pasado viernes.
Este proyecto permite una conjunción
de talentos profesionales y vocacionales que se configuran en torno a una
historia original, derivada de varios cuentos universales (El Flautista de
HamelÃn, El gato con botas, Blanca Nieves y los 7 enanitos, El Lobo y los
cerdos, y la Caperucita Roja) para desembocar en el triunfo de los valores
positivo, produciendo en el público una notable identificación emotiva.
Continuación de dos montajes similares
anteriores, Escucha mi sueño (2011) y el
candoroso montaje Gliburbit, una aventura del otro mundo (2013), que permitió a los medios de prensa unas
fotos inolvidable, Quiero un Cuento, se replantea un elenco mixto en el cual se
lucen artistas de ejercicio extendido, junto a chicos y chicas de habilidades
especiales (sobre todo SÃndrome de Down), para consagrar una experiencia poco comparable a cualquier otro espectáculo
que cursa este fin de semana en el auditorio Máximo Avilés Blonda del Palacio
de Bellas Artes.
Probablemente un poco más extenso (dos
horas y cinco minutos) de lo aconsejable por la naturaleza infantil tanto de
intérpretes como de público, la circunstancia palidece cuando el espectador se
levanta para dar el aplauso final a estos artistas. En cuanto a la extensión,
sin dudas que se excedieron.
Si un patrimonio particular aporta la
Fundación Yo también puedo (parte de cuyas figuras aparecerán en la pelÃcula
Mañana no te Olvides) es que ha mostrado un camino: el que reivindica sociablemente
por medio del arte a seres especiales.
Elenco:
Resaltante la luz propia con la que
brilla Javier Grullón (El Lobo) , eje de toda la historia, personaje al que
imprime una belleza expresiva propia, apoyado en su talento expresivo y con el
sostén de elementos de vestuario, peinado y maquillaje que no deja duda de la
perfección técnica con que se concibió el trabajo.
Carolina Rivas está magnÃfica como la
Reina del cuento Blanca Niegas, belleza escénica que se completa con un buen criterio de vestuario y accesorios.
Bianca GarcÃa, que se aleja de la
conocida imagen de SofÃa Globitos y crea un personaje realmente nuevo, como
Blanca Nieves, valida cada una de sus lÃneas.
El resto del elenco, amplio y de
diversas edades, completan el cuadro de una experiencia artÃstica que no
requiere de paternalismos para apoyar “buenas iniciativas”.
Criterio de producción
Quiero un cuento es una empresa
escénica bien plantada y cuidadosamente elaborada, desde el uso de sus recursos
técnicos: música, maquillaje, vestuario, escenografÃa y diseño de luces, tan
bien usados, con todo y la economÃa de recursos que se notan en algunos
aspectos, como para no usar evasivas justificatorias en función de la nobleza
de una causa.
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