El Método, El Método



Decía el insigne Prof. Juan Bosch que para observar los fenómenos, cualesquiera sea su naturaleza, había que hacerlo de lo general a lo particular, y viceversa, ese método de investigación también formó parte de los métodos de trabajo del PLD en su época de círculos de estadios, Bosch, como todo buen maestro, predicaba con el ejemplo, como buen investigador que era, hizo que el Partido de la Liberación Dominicana adoptara estos métodos de investigación validados en todo el quehacer cientifico, por lo que los peledeistas formados en los círculos de estudios aprendieron esto, por lo menos, eso ha de suponerse. 

Es por ello que no logro comprender como es que compañeros que se ¨formaron¨ bajo estos conceptos no observan el fenómeno de la delincuencia callejera como les enseñó el Profesor. Ver las raíces, los elementos indivisibles que originan el mal y atacarlo en el mismo lugar donde germinan. Los barrios de la República Dominicana, carecen de infraestructuras deportivas, de espacios físicos para la recreación y el sano esparcimiento y el Estado no implementa Políticas Públicas que orienten, capaciten y reencausen a una juventud sin empleos, ni competencias para el mismo, sin oportunidades a la vista y deseosa de que la vean, que alguien sepa que existe y en medio de todas sus frustraciones está jodida por la enorme desesperanza que sacude sus días grises.

Plantearse el patrullaje de policías y militares para reducir la asfixiante ola de atracos es una medida burda, desfasada que carece de toda lógica  científica para combatir este tipo de flagelo en una sociedad que se precia de ser moderna, informatizada, intercomunicada y consciente de la importancia de los avances tecnológicos y científicos en la detección, investigación y prevención de toda clase de crimen. No es la Policía Nacional la que va ni siquiera a paliar este flagelo, será un tapón momentáneo que explotará por otro lado, a la vez, que el patrullaje, con los niveles de corrupción que hay en nuestros cuerpos armados, éstos también se prestan para ¨macutear¨ al ciudadano de a pie. La cantidad de atracos perpetrados por miembros de la Policía y de otros cuerpos castrenses debe hacernos pensar a todos que no son los llamados a combatir civiles que delinquen.

Para reducir la delincuencia callejera, el Estado debe hacerse presente en los lugares donde nacen y se desarrollan los delincuentes de poca monta, en los barrios marginados de todo progreso económico, cuando empecemos a desarrollar iniciativas serias de inclusión social, que provean los servicios básicos a los que no tienen acceso los pobres dominicanos, con la pertinencia y eficacia que estos lo demandan. Cuando nuestros barrios tengan las infraestructuras básicas para que sus ciudadanos sientan en su entorno el crecimiento económico y los beneficios de los adelantos tecnológicos, entonces tendremos menos atracadores a los que perseguir.

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