Cuidemos nuestras mujeres

      
Por FAUSTO ARAUJO
EL AUTOR es escritor, periodista y dirigente del PLD. Reside en Santo Domingo.
La violencia contra la mujer sigue su agitado curso. La misma se ha convertido en una costumbre y es ejercida por hombres de todos los extractos sociales:  políticos, profesionales, empresarios, artistas, autoridades congresionales, municipales, militares, policiales y de otras índoles.
Las cifras de que se dispone son verdaderamente escalofriantes: 2 mil 323 mujeres asesinadas en la República Dominicana desde finales del año 2000 hasta los primeros meses del 2014, de conformidad con estadísticas recogidas en la Policía Nacional y reportes obtenidos en el Ministerio de la Mujer, en el Centro de Investigación para la Acción femenina (CIPAF), en PROFAMILIA y en el libro “Las Mujeres Contra la Violencia,” de Ana María Brasileiro.
Además, más de 7 mil 4894 menores de edad han quedado huérfanos, 719 hombres se han quitado la vida después de haber segado la vida a sus parejas o ex parejas, mientras que el número de mujeres con lesiones severas, graves o leves, víctimas de la violencia de sus maridos o ex maridos celosos asciende a 19 mil 656 en igual período.
Se habla de por lo menos tres víctimas mortales por semana a causa de violencia doméstica. Políticos, empresarios, artistas, autoridades policiales, congresionales, municipales y de otras áreas no escapan como victimarios, protagonistas de la ola de violencia contra las mujeres.
Pese a los notables avances que ha experimentado la humanidad y a las legislaciones condenatorias que contra esa bochornosa práctica se han puesto en vigencia en los últimos tiempos, la mujer dominicana y las de otras naciones del mundo continúan siendo víctimas constante de múltiples formas de violencia, abusos, atropellos y de acoso sexual.
Para la directora del departamento de salud reproductiva de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Marleen Temmerman, la violencia machista es un problema en aumento, al tiempo que afirma que una de cada tres mujeres asesinadas (un 35%) muere a manos de su pareja, mientras que solo el 5% de los asesinatos de hombres son cometidos por su pareja. La OMS estima en 5.000 la cifra de los asesinatos de mujeres que se cometen cada año en el mundo.
En consecuencia, con la llegada del nuevo milenio y a partir del siglo XXI los diferentes gobiernos del mundo, la sociedad civil, los líderes políticos y religiosos deberán auspiciar un cambio de actitud en la mentalidad de muchos hombres que son amantes de ejercer la violencia en todas sus manifestaciones contra mujeres y niñas indefensas.
Esa práctica, que se expande por la humanidad sin excluir continentes ni naciones, aun sean éstas ricas o pobres, ha sido considerada por el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia como “una de las negaciones más perniciosas de los derechos humanos”. Esa es una verdad pura, pues quienes ejercen la violencia o abuso generalmente son personas de la confianza de las víctimas, es decir, que pertenecen a la misma familia.
En el caso de República Dominicana, el drama es tan alarmante que si en el territorio nacional pudiéramos hablar de violaciones a los derechos humanos necesariamente tendríamos que admitir que las mujeres del país son las víctimas fundamentales de esas violaciones.
En la mayoría de los hogares dominicanos la violencia contra las mujeres es una verdad irrefutable. En el 60 por ciento de ellos se produce casi a diario un hecho de maltrato conyugal y doméstico, el cual se ejerce por medio de ofensas verbales, amenazas, golpes, abuso sexual y hasta muerte.
La OMS explica que la violencia contra las mujeres comprende cualquier tipo de acto violento basado en las diferencias de género y puede abarcar: el maltrato verbal, la violación e incluso el asesinato intencionado de una mujer por el simple hecho de serlo, “un acto conocido como feminicidio.”
Agrega la OMS, a través de Marleen Temmerman, que las diferentes formas de violencia contra las mujeres pueden tener graves efectos sobre su salud, tales com “lesiones físicas, embarazos indeseados y abortos inseguros, enfermedades de transmisión sexual, depresión, autolesiones, abuso de alcohol y drogas, entre muchas otras.
Como si se tratara de una peste que se expande sin control, el año pasado 64 de cada 100 hogares dominicanos estuvo tocado por la plaga de la violencia doméstica en todas sus manifestaciones.
Actualmente la violencia intrafamiliar afecta entre un 20 y un 50 por ciento de las mujeres del mundo, dependiendo de los países donde vivan las víctimas. Así, por ejemplo, ésta es de un 29 por ciento en Canadá, de un 25 por ciento en Gran Bretaña, de un 28 por ciento en los Estados Unidos, de un 59 por ciento en Japón, de un 25 por ciento en Bélgica, de un 26 por ciento en Noruega, de un 42 por ciento en Kenya, de un 46 por ciento en Uganda, de un 39 por ciento en Malasia y de un 38 por ciento en la República de Corea.
En América Latina, de su lado, los maltratos contra las mujeres y las niñas son de un 52 por ciento en Nicaragua, de un 26 por ciento en Chile, de un 19 por ciento en Colombia, y de un 34 por ciento en México.
Diariamente en el país se producen unos 20 casos de abusos sexuales contra niñas, adolescentes y mujeres, la mayoría de las cuales tienen edades que oscilan entre los 3 y los 14 años de edad, y solamente en el Distrito Nacional cada día se reportan un poco más de 15 casos de agresiones de maridos o ex maridos contra mujeres por motivos pasionales.
El lunes está registrado como el día por excelencia en que más casos de violencia contra mujeres indefensas se denuncian en todo el país. Nada más en la Capital se reporta un promedio de 30 acciones de esa naturaleza.
Ante la situación razones de sobra ha tenido la dirección de la Oficina del Médico Legista en Santo Domingo para expresar que se siente alarmada por la escandalosa cantidad de mujeres que periódicamente acuden a dicho departamento oficial a querellarse porque han sido brutalmente agredidas por sus maridos o ex maridos celosos.
Los agresores del género femenino cometen sus actos de violencia principalmente a través de bofetadas, con palos, piedras, botellas, armas blancas y de fuego.
La sociedad nuestra mítifica la familia como un espacio sagrado, prefiriendo que pase cualquier cosa dentro de ella antes de ser dividida. En efecto, las mujeres tienen muchas veces que soportar agresiones por temor al abandono y la soledad, en una sociedad que aún exhibe dificultades de empleos y de seguridad económica y social.
A pesar de que las víctimas no lo denuncian y de que la legislación de República Dominicana es nula en esa materia, contrario a como ocurre en las legislaciones de otras naciones, las mujeres del país también son víctimas de acoso sexual en los centros de trabajo tanto públicos como privados. Ciertamente, una gran cantidad de las empleadas enfrenta permanentemente el acoso sexual o delito de naturaleza sexual no deseado que surge en una relación de trabajo.
La violencia que se ejerce contra las mujeres en la familia y fuera de ella constituye un verdadero crimen y entiendo que como tal debe tratarse, sean quienes sean sus promotores y ejecutores.
Las causas que generan esa violencia son atribuidas por los especialistas a que el hombre maneja más fácil la violencia que el verbo, a las dificultades económicas, al bajo nivel educativo que afecta a una parte de la población y a los trastornos mentales que generan los celos excesivos y peligrosos.
Sean cuales sean las causas que generan a esa odiosa, bochornosa y deprimente práctica ejercida contra las depositarias de la vida, contra las madres de todos los hombres que hay sobre la faz de la tierra, todos y todas tenemos que declararle la guerra y vencerla.
Asumamos ese compromiso en ocasión de celebrarse el 25 de este mes el Día de la No Violencia contra la Mujer.

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